¿Cuál es su origen?
El apio es originario de las zonas mediterráneas y del Oriente Medio. Los egipcios, griegos y romanos cultivaban esta hortaliza como planta aromática y medicinal. A partir de la variedad silvestre, en Italia se empezó a cultivar en el siglo XVI. Después, los italianos y franceses, a finales del siglo XVII, lo introdujeron en las islas Británicas. En el siglo XIX se comenzó a cultivar en América del Norte.
¿Cuáles son sus características?
El apio o Apium graveolens es una hortaliza perteneciente a la familia de las Umbelíferas. Se trata de una planta silvestre que, debido a sus propiedades beneficiosas para el organismo, fue cultivada para su producción y comercio.
Entre sus características morfológicas destaca un tallo grueso, hueco y estriado compuesto por pencas que pueden llegar a alcanzar los 30-60 cm. en las variedades cultivadas, aunque comercialmente su longitud se aproxima a los 25-30 cm. La forma que le confieren al tallo es cilíndrica y de ellas brotan las hojas.
El peso ideal una vez recolectado y dispuesto para su comercialización está comprendido entre los 460 y los 720 gramos, aunque algunos ejemplares pueden alcanzar los 900 gramos. El color natural del apio es verde (variando desde tonos claros a intensos), pero las diversas técnicas de cultivo utilizadas para su producción permiten blanquear sus pencas en las últimas etapas de crecimiento cubriéndolo y recibiendo luz tan sólo las hojas. Los tallos de apio poseen una textura crujiente y un sabor con cierto tono anisado con un regusto ligeramente amargo, agradable. Las diferentes variedades suavizan o enfatizan este amargor.
¿Cómo y Cuándo se plantan?
Existen dos épocas de siembra en función de sus dos ciclos productivos, invierno y primavera. Durante estos meses el apio está de temporada, aunque se puede encontrar en el mercado todo el año.
- Siembra las semillas en una maceta o semillero. Siembra tus semillas de apio en macetas con turba. No es necesario utilizar fertilizante, aunque si lo crees necesario, puedes utilizar mantillo para darle a las semillas mayores nutrimentos.
- Coloca la semilla a una profundidad de 2 a 5 centímetros y cúbrela de tierra. Puedes colocar dos semillas en una misma maceta, para garantizar el crecimiento de la planta.
- Una vez sembradas, riega para mantener la tierra húmeda, evitando hacer charcos. Mantén la tierra húmeda y coloca la maceta en un lugar bien iluminado.
- Luego de la germinación, coloca las plántulas en una ubicación más fresca para que la tierra mantenga una temperatura de 15 ºC.
- Selecciona las plántulas más sanas y fuertes. Las semillas germinarán a los pocos días.
- Si han germinado más de una semilla en cada agujero, conserva la más fuerte. Para hacerlo, no tires de la débil, pues puedes dañar las hojas. Una simple poda a nivel de suelo es suficiente.
- Cuando la plántula alcance los 15 cm de altura y ha desarrollado entre 3 y 5 hojas, está lista para el trasplante. Recuerda realizar el trasplante en las fechas que corresponden a la temporada de siembra.
- Si la plántula alcanza un desarrollo excesivo antes de la fecha indicada para el trasplante, se requiere practicar una poda a unos 10 cm de altura para evitar que la planta presente alteraciones en su desarrollo posterior.
- Limpia el terreno. Extrae malas hierbas y restos de cultivos anteriores y todo tipo de residuos para garantizar que el apio reciba la cantidad de nutrientes adecuada. Todas las plantas deben ser extraídas desde la raíz para evitar que crezcan nuevamente.
- Prepara el terreno. Humedece el terreno antes de sembrar; así favorecerás al sistema radicular de las plántulas luego del trasplante.
- Fertiliza el suelo. Asegúrate de realizar una buena mezcla de tierra con estiércol para nutrir el sustrato.
- Realiza el trasplante. Antes de hacerlo, asegúrate que no esté muy frío afuera. Siembra las plántulas dejando una distancia mínima entre una y otra de 30 centímetros. Golpea cuidadosamente los lados de las celdas para que las plántulas salgan sin dañar las raíces.
- Protege tu planta y dale un buen mantenimiento. Revisa tus plantas regularmente; esto para evitar que contraigan plagas y otras enfermedades. Si te apetece, puedes aplicar un espray fungicida para contrarrestar el moho.
- Riega con frecuencia. Asegúrate de que la tierra se mantenga siempre húmeda, pero sin producir charcos. Si el apio no recibe suficiente agua, el tallo será fibroso y amargo. Agrega mantillo al suelo para mantener la tierra fría y húmeda. Esto también te ayudará a evitar que crezca maleza en la zona.
- Fertiliza una vez al mes. Las plantas de apio requieren de un suelo constantemente enriquecido, por lo que debe de fertilizarse frecuentemente. Agrega un fertilizante rico en nitrógeno (siembra cerca leguminosa).
- Blanquea los apios. El blanqueado consiste en proteger el tallo del sol para que tenga un sabor más ligero. Blanquea el apio 10 días antes de cosechar. Para hacerlo, cubre el tallo con papel o cartón. Puedes usar cuerda para atar los tallos de apio y evitar que se caigan. Si bien, el apio blanqueado resulta menos nutritivo que el que no se blanquea, la mayoría de las personas prefieren el sabor dulce que brinda el primero.
¿Cómo se cuidan?
1. Cultívalo en climas templados. El apio es una planta de clima templado, ya que si lo cultivas al aire libre, no tolera el frío del invierno ni las bajas temperaturas y puede suceder que en pleno desarrollo la planta florezca prematuramente. También debes proporcionarle muchas horas de luz para su crecimiento.
2. Plántalo en suelos no muy húmedos. Aunque el apio no es muy exigente con el suelo, procura que el terreno no sea muy húmedo en exceso, pero sí profundo porque su sistema radicular es muy extenso en vertical. Evita los suelos con exceso de salinidad y con encharcamientos, ya que haría perder calidad a la planta.
3. Riega el apio abundantemente al principio. En la primera fase de del desarrollo del apio, el riego debe ser muy regular y abundante, ya que la planta no dejará de crecer en esta etapa. Instala el riego por aspersión, ya que este tipo de riego es el que resulta más interesante para este cultivo. Procura que el agua de riego sea de excelente calidad, ya que un agua pobre en nutrientes puede frenar el desarrollo vegetativo de la planta.
4. Abónalo con estiércol. Para lograr una buena producción de apio, el suelo debe contener un gran aporte de estiércol si se cultiva al aire libre. Si el cultivo lo realizas en invernadero, no es necesario este aporte de nutrientes. Saber cómo abonar el apio correctamente es imprescindible para evitar las deficiencias de boro, azufre y magnesio que suelen afectar a esta planta
¿Cómo se cosecha?
El apio se puede cosechar cuando los tallos alcanzan 20 cm de altura y los pecíolos desarrollan suficiente esponjosidad. Cuando ya ha alcanzado la madurez, el apio puede permanecer en la tierra hasta por un mes. Considera que entre más crece el apio, más se oscurece y es más rico en antioxidantes, aunque también se vuelve más fibroso y duro.
Normalmente la recolección se realiza de forma manual con ayuda de una espátula metálica de bordes afilados. Asegúrate de cosechar los tallos de afuera hacia adentro, ya que esto permite que los tallos internos sigan madurando.
Es importante realizar la cosecha durante las horas más frescas del día. Para conservarlo en buenas condiciones, almacena el apio en una bolsa plástica dentro del refrigerador hasta por dos semanas.
¿Cómo se utiliza?
El apio puede usarse en crudo o en cocido. Para reducir la pérdida de antioxidantes y el pardeamiento del vegetal, los tratamientos térmicos podrían ser favorables previo a su posterior almacenamiento.
En crudo conservaremos toda su textura crujiente que nos hará masticar y su fibra será aun más resistente a la digestión, asimismo, algunas vitaminas hidrosolubles se conservarán mejor que si cocinamos en agua el apio.
En ambos casos necesitaremos higienizar muy bien el apio, y podemos aprovechar tanto el tallo como el bulbo y sus hojas.
Igualmente, es un ingrediente que podemos disfrutar de ambas formas. En crudo como parte de un sabroso aperitivo o snack salado muy reducido en calorías o de una ensalada, y en cocido como parte de sabrosas sopas, salsas o guisados.
¿Qué nos aporta?
Aporte energético | 16kcal |
Hidratos de carbono | 3.0grs |
Azucares | 1.3grs |
Fibra | 1.7grs |
Proteína | 0grs |
Lípidos | 0grs |
Vitamina A | 449UI |
Vitamina C | 3.1mg |
Vitamina K | 29.3mg |
Vitamina B9 | 36mg |
Calcio | 40mg |
Potasio | 260mg |
Magnesio | 11mg |
Fosforo | 24mg |
Sodio | 80mg |
Fluor | 4mg |
Poner atención a lo siguiente
1) El apio se puede utilizar como un anti-inflamatorio para el cuerpo. Para las personas que sufren de infecciones pulmonares, dolores articulares, acné, asma o cualquier otra enfermedad causada por la inflamación, comer apio es beneficioso para reducir los síntomas.
2) Cómalo como aperitivo, este delicioso vegetal tan sólo tiene 10 calorías. Es un gran sustituto a los alimentos basura altos en calorías.
Puede añadir apio a sus ensaladas, sopas, o sándwiches.
3) El apio puede equilibrar el nivel alcalino. Es ideal para las personas que sufren de acidez o gastritis.
4) El apio es un conocido calmante para el estrés. Se puede calmar el sistema nervioso y le dará paz y tranquilidad para dormir.
Para obtener las mejores propiedades del apio para aliviar el estrés, cómalo como aperitivo por la noche.
5) El apio contiene altas cantidades de agua y es rico en fibra. Esto hace que sea una gran ayuda para aliviar el estreñimiento. También es bueno para desintoxicar el cuerpo y tener un movimiento intestinal regular. Las personas que sufren diarrea deben evitar comer apio.
6) El apio reduce la presión arterial. Puede aumentar la circulación de la sangre en el cuerpo. Se recomienda comer apio cuando se sufre de presión arterial alta.
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